martes, diciembre 13, 2005

LA CÁRCEL DEL INADAPTADO

Estoy preocupado. Ayer cuando me metí en la cama, no podía hacer más que pensar en que el jueves me vuelvo a Madrid. Y hoy, a eso del mediodía, me ha dado un bajón no sé porque. Bueno, si lo sé,… pero me da rabia reconocerlo. Todos los emails con estos, organizar los planes para el finde y demás, me había creado un gran estado de excitación y no hacía más que pensar como estaría de a gusto sentado en la butaca del avión leyendo, bebiendo, escribiendo o durmiendo y lo estupendo que sería todo al aterrizar. Y de repente, me ha dado un bajón. He visto como todo sigue igual en Madrid. O, peor pero mejor dicho, todo sigue igual en mí. Que no habría cambios drásticos en Madrid por mucho que tiempo que pasase (y tampoco ha pasado tanto) es algo que ya sabía cuando me fui. De hecho, es en lo que siempre pienso cuando me da la morriña. Recordarme a mí mismo y autoconvencerme de que las cosas seguirían más o menos como las deje hace 20 meses. Repetirme ese “no me estoy perdiendo nada” para que no se haga tan duro el estar aquí. Y entonces me pongo a recoger las razones por las que me fui.
Primero y ante todo, salir de casa. No había forma de que me comprara una casa y, desde hace tiempo, tenía el gusanillo de vivir en el extranjero. No me apetecía alquilar en mi propia ciudad. Así que dos pájaros de un tiro: extranjero, y poner tierra de por medio.
Segundo, el clima político en España. Para mí, y quizás sea un exagerado, se hace insoportable poner la tele y sufrir ese estado casi permanente de puta guerra civil. Es que es a todas horas. Si no viene de un lado, viene del otro. Y si no, es el tomate y la salsa rosa. Parece que estamos peleados contínua e irremediablemente los unos con los otros. Cansa tener que odiar al vecino… la guerra acabó hace 70 años, pero yo la veo por todas partes,… ¿Estaré paranoico? Cualquier día desentierran la de Cuba. Tenía la sensación de que el único sitio donde los españoles podían llevarse bien entre ellos, era en el extranjero. Gran decepción, sin embargo. Ahí, me equivoqué. En pocas otras de mis previsiones erré. La misma mierda vayas donde vayas... ¿Será que la llevo yo conmigo? No creo haber sido muy beligerante ¡¿Con quie lo iba a ser?!... Igual lo que pasa es que se ha estado arrojando minas durante demasiado tiempo y ahora hay minas por todas partes.
Tercero, ya no quedan amigos en Madrid. Todos casados y con hijos. Evolución normal, por otra parte, porque es lo que han querido de toda la vida. Unos antes y otros más tarde, pero ya habían llegado todos a esa fase de la que yo aún me encuentro lejos. Ya no quedaba nadie con quien salir de copas. Así que para estar solo, mejor solo de verdad que de facto. En otro país, en otro continente. Me ahorro el mal trago de no salir no porque no estén ahí, sino porque no quieran estar ahí.
Cuarto, las relaciones personales. Me gusta España con locura... o la quiero con locura,... quizás más lo segundo que lo primero,... Incluso las partes de España en las que yo no gusto. Me va de madres, que dirían los mexicanos. Pero necesito diferencia. Necesito cierta pluralidad a mi alrededor. Los españoles se han vuelto muy previsibles para mí. Lógico, por otra parte… los españoles, los americanos, los ingleses, los argentinos… todos son, o somos, gente normal, que tendemos, o tienden, a hacer cosas normales. Como dice mi hermana, trabajar, comer, cagar, esquiar en invierno y playa en verano (el que pueda). Yo me ahogo. Y no puedo culpar a nadie. Sólo, quizás, a mí mismo. Tengo el virus de la curiosidad. ¿Qué le voy a hacer? Y necesito, o me atrae, algo siempre diferente a lo que veo en mi entorno. Pero la quiero afectada también por el virus. Y lo suficientemente similar como para no ser incompatible. Y con esto en mente… no se me ocurre otra cosa que liarme con Malinche… que si bien es una mujer estupenda y puedo terminar arrepintiéndome un día u otro de no haberlo intentado a fondo, hoy por hoy, no me veo yendo a ningún lado con ella.
Todo ha empezado con los mails de esta semana, preparando el finde… y de repente... ¡Zas! He retrocedido un año. Una vez más, el mejor plan que han tenido estos en los últimos seis meses, es que YO, voy a Madrid… ¡¡Pues no estaría nada mal que un día, el plan bueno, me lo dieran hecho a mí!! Todo igual… demasiados pocos cambios… solo que cargamos un año más a la espaldas…

Menos mal que he viajado algo…
Y en cualquier caso… tengo mucho sueño,… y de siempre me da una pereza horrible hacer maletas… y cuando pienso en todo lo que tengo que llevarme... mañana será otro día… seguro me levanto más animado... tan racional siempre... el ser humano... y tan equilibrado...

2 Comments:

Blogger Mara Jade said...

Bien, tú ya has leído mi blog... y yo acabo de leer este post... qué harías tú en mi lugar después de lo último que yo he contado?

13 diciembre, 2005 18:20  
Blogger Jesús said...

Hola Diego, me has hecho recordar algo que leí hace tiempo (y también lo que yo sentí hace aún más tiempo, al volver a casa tras un añito en el país de los tulipanes y otras hierbas... Pero esa es otra historia). A ver si te gusta ;-)

"La esclavitud es la ley de la vida, y no hay otra ley, porque ésta tiene que cumplirse, sin insurrección posible ni refugio que encontrar. Unos nacen esclavos, otros se vuelven esclavos, y a otros les es dada la esclavitud. El amor cobarde que todos tenemos a la libertad que, si la tuviésemos, la extrañaríamos, por nueva, y la repudiaríamos es la verdadera señal del peso de nuestra esclavitud. Yo mismo, que acabo de decir que desearía la cabaña o la caverna donde estuviese libre de la monotonía de todo, que es la de mí, ¿osaría yo partir para esa cabaña o caverna, sabiendo, por conocimiento, que, puesto que la monotonía es de mí, la habría de tener siempre conmigo? Yo mismo, que me ahogo donde estoy y porque estoy, ¿dónde respiraría mejor, si la enfermedad es de mis pulmones y no de los aires «das coisas» (de las cosas) que me rodean? Yo mismo, que anhelo alto el sol puro y los campos libres, el mar visible y el horizonte entero, ¿quién me asegura que no extrañaría la cama, o la comida, o no tener que bajar los ocho tramos de la escalera hasta la calle, o no entrar en la tabaquería de la esquina, o no darle los buenos días al barbero ocioso?

Todo lo que nos rodea se vuelve parte de nosotros, se nos infiltra en la sensación de la carne y de la vida, y, baba de la gran Araña, nos liga sutilmente a lo que nos rodea, enredándonos en un lecho suave de muerte lenta, donde oscilamos al viento. Todo es nosotros, y nosotros somos todo, ¿pero de qué sirve esto, si no es nada? Un rayo de sol, una nube cuya sombra súbita dice que pasa, una brisa que se levanta, el silencio que llega cuando cesa, un rostro u otro, algunas voces, la risa casual entre ellas, que hablan, y después la noche en que emergen sin sentido los jeroglíficos rotos de las estrellas."

Fernando Pessoa, Libro del Desasosiego.

14 diciembre, 2005 08:17  

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