lunes, noviembre 14, 2005

GRACIA ANDALUZA EN EL CARIBE VENEZOLANO Y SUSCEPTIBILIDADES FÁCILES EN MÉXICO

En la televisión británica de los años 80, cuando el tatcherismo, había una serie famosa que se llamaba “Sí, señor Primer Ministro”. En uno de los capítulos un funcionario del nº10 le recuerda al PM: “la política exterior del Reino Unido en los tres últimos siglos se basa en un único pilar, mantener a Europa dividida.
La filosofía angla se exportó y ahora se práctica en América. Con respecto a la América Latina, desde mi profano punto de vista, la política exterior estadounidense consiste, o simplemente tiene como efecto colateral, sembrar la cizaña entre los pueblos hispanos. Además, para desgracia de éstos, como buenos latinos, no necesitan muchos motivos para pelearse los unos con los otros. En Europa, la frialdad nórdica y el chauvinismo francés (no me peleo con fulanito por irrelevante), entre otros, mantienen, en general, los ánimos templados. América Latina es como un patio del colegio, con sus abusones, sus pardillos, sus chivatos… Además, se habla mucho y, como en España, parece deporte nacional (continental en este caso) la mofa del vecino. Por algo el sueño bolivariano nunca triunfó. Se pelean los países de América Latina no ya con la ayuda activa de EUA, sino que como quinceañeros, se reprochan el uno al otro sus políticas con los yanquis.
En el caso más reciente, entre México y Venezuela me parecen ver ciertos estereotipos. La guasa caribeña heredada de los andaluces en el caso de Cháves. Gracias que no son tales más que para el que las hace: “Que mal humor tiene Fox, que no le hace gracia que le llame hijo de puta”. Que copla más folclórica la venezolana y que guasa la andaluza, que te tienes que reir cuando te llaman hijo de puta o cabrón y si no, es que no tienes sentido del humor.
Esta mañana al levantarme y después de pensar en la experiencia del fin de semana, me he dado cuenta del problema que tengo con los mexicanos. Un pueblo noble y trabajador al que las necesidades de ser buen, y el más inmediato vecino lo dejan en una comprometida posición. Gente brava y de sangre caliente en las relaciones personales, que no en las políticas. De temperamento fuerte, supongo que como nosotros, o nosotros como ellos. Pero se les sube la adrenalina con facilidad a la cabeza y con quien no deben o con quien menos necesidad hay.
Que pena que la mala leche no les salga con quien les tiene que salir. Siempre es más fácil hacerle frente al igual, a tu hermano de toda la vida porque te ha echad sal en la leche, que al abusón que te tiene amedrentado 8 meses al año y que, cuando está cansado de darte collejas, te manda a que las des tú. Tú, arrogante y vanagloriado de nuevo cometido, te aplicas con esmero, con la alegría oculta de, quien sabe, recibir una recompensa, un elogio, una palmadita en la espalda, un reconocimiento a tu recién adquirida madurez y buen juicio,… “muy bien Pedrito… ya vas entendiendo en que consiste el negocio…”.
Un pueblo individualmente temperamental y colectivamente sedado. Falto de liderazgo político o necesitado de un cirujano exterior. Claro que siendo la clínica más cercana la que es, más peligro hay en el remedio que en la enfermedad.
Básicamente. Un continente entero sometido por errores propios o virtudes ajenas a los dictados de un vecino imperial. Un orden establecido al que todos tienen que adaptarse y que de vez en cuando ve nacer pequeñas rebeldías ora institucionales ora populares. ¿Qué legitimidad tienen unos a otros para hacerse reproches? ¿Cuánta fidelidad se deben los hermanos? ¿Quién está más capacitado para dar lecciones? ¿A quién le va mejor? ¿Les podría ir a todos bien?
El socialismo no vale, aunque es una válvula de escape comprensible cuando se viven en ciertos entornos. El capitalismo despiadado genera injusticias y socialismo, que a su vez genera más problemas. De esto me he dado cuenta yo, pero ya lo decía el Papa. El modelo de desarrollo impuesto es inhumano. Hace falta un término medio. Que suerte tuvimos de haber nacido en Europa.